Figuras del héroe y lógicas del inconsciente : de Freud a Lacan – Markos ZAFIROPOULOS
DOSSIER
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Para abrir el presente número de Signe, número consagrado esta vez a la figura polimorfa del héroe, antes que nada, conviene recordar la existencia de los primeros textos consagrados a esta cuestión en el campo político y por lo tanto a aquel de Otto Rank, titulado « El mito del nacimiento del héroe », publicado en 1909 con un corto prefacio de Freud de 4 páginas que encontrara rápidamente su autonomía y su celebridad bajo el título « La Novela Familiar del Neurótico ». El estudio de la cuestión que retomaremos un siglo más tarde ha hecho su entrada en el campo psicoanalítico bajo los auspicios de un Freud de 53 años, realizando una buena elección inaugural entre su sintagma – la Novela Familiar del Neurótico- y el estudio del mito del nacimiento del héroe, redactada por el joven psicoanalista de 25 años, Otto Rank. Lo que permite enseguida percibir que el análisis del mundo de producción mitológica del héroe (su Nacimiento) necesita ser leída, desde el punto de vista del mismo Freud con el análisis de la novela familiar del neurótico ; o, mejor dicho, que el análisis de la novela familiar del neurótico es la interpretación Freudiana del mito del nacimiento del héroe.
O sea, para Freud (y para Rank, su joven lector), la clave de la leyenda del nacimiento del héroe debe buscarse en la novela familiar del neurótico. Es decir ; que para Freud – y por lo tanto para Rank – es el neurótico quien hace al héroe, lo que implica entonces que el mito debe ser interpretado por el neurótico.
He aquí sucintamente la clásica opción epistemológica en este tema, así como el buen orden de entrada en escena freudiana de los objetos : el neurótico esta primero y segundo el mito.
En cuanto a la sucesión histórica de los textos, si uno puede razonablemente imaginar que el prefacio de Freud viene después del texto de Rank, es necesario también saber que la noción de novela familiar con su peso de universalidad emerge primero, es decir desde el 20 de junio de 1898 en la carta a Fliess que escribe Freud, como los traductores de sus obras completas lo recuerdan.
Todos los neuróticos forjan lo que uno llama la novela familiar (que en la paranoia se vuelve consciente) y que está de una parte al servicio de la necesidad de grandeza y de otra parte al servicio de la defensa contra el incesto”, escribe Freud.[1]
Todos los neuróticos forjan lo que se llama la novela familiar…
Estamos entonces en lo universal de la neurosis, y como estamos en 1899, cuando Freud analiza : « los sueños típicos de la muerte de padres queridos »[2] e indica que :
Si el rey Edipo no es menos culpable de trastornar al hombre moderno, que no lo hacía por el griego, su contemporáneo, la única solución podría ser que el efecto de la tragedia no resida en la oposición entre el destino y la voluntad humana, sino que hay que buscarla en la particularidad del material en el cual esta oposición se revela[3].
… a saber, la realización de los deseos de nuestra infancia : abatir a su padre y esposar a su madre.
En definitiva y desde el punto de vista de Freud, uno puede entonces concluir que la existencia de la figura del héroe del mito o de la tragedia (Edipo, Hamlet, etc.) encuentra sus móviles en el motor inconsciente y universal de la neurosis infantil. Entonces, primero están los deseos de la infancia, la neurosis infantil, luego el mito, la tragedia, etc.
De ahí, la legitimidad del joven Rank de entablar, según sus propios términos, « Una tentativa de interpretación de los mitos a partir de la psicología… »[4].
Aquel que hace un siglo se aferraba a dar cuenta en nuestro campo del mito del nacimiento del héroe, fue entonces un lector de Freud – Cuyas querellas con su propio padre son célebres.[5] Pero, para conservar el plano epistemológico se autorizó a buscar y a encontrar, desde el punto de vista del engendramiento neurótico lo que hay de común en la particularidad de los relatos de nacimiento de los dieciocho héroes que el selecciona : comenzando por Sorgon 1°, el fundador de Babilonia hasta Sceaf, el héroe de una leyenda anglo-Lombarda, pasando por los más conocidos en nuestro campo : Moisés, Edipo, Hamlet, Jesús, etc.
En el examen de este impresionante corpus, Rank aísla en el objeto de investigación, el mito, los rasgos comunes de lo que él llama la « leyenda tipo » del nacimiento del héroe organizada según el modelo siguiente :
- El niño nace de padres inminentes
- Su nacimiento es precedido de grandes dificultades,
- Un presagio sucede antes del nacimiento y anuncia un grave peligro para el padre
- El niño es expuesto y destinado a la muerte
- Es salvado por animales o personas de estratos bajos
- Vuelve a encontrar sus nobles padres, se venga de su padre, es reconocido y llega a ser glorificado o renombrado[6].
La unidad del modelo tipo que se deduce de la neurosis que lo engendra, o aun del cristal de neurosis, se halla en la novela familiar del neurótico, aislada por Freud.
Entonces, ¿ puede uno satisfacerse de un tal abordaje ?
Sí y no.
Sí, porque el trabajo de Rank es aquel de un pionero de la antropología psicoanalítica. Que es a la vez preciso y de gran erudición y que busca asignar un universal del objeto. Y no, porque este universal parece escaparle muy rápido de las manos. Rank percibe muy rápido que toda la pluralidad del material etnológico no entra verdaderamente en el marco de su modelo tipo. De entrada, el da algunas versiones de su texto (vuelto a publicar en 1913, luego en 1920) agregando fragmentos o casos de figuras contradiciendo la lógica del modelo. Por ejemplo, en lugar de vengarse del padre, el héroe podría salvarlo según la lógica de un fantasma pubertario. Además del ejemplo de la madre animal que bajo los rasgos de la loba viene a acoger Rómulo y Remo, y después de haber leído el Tótem y Tabú de Freud (1913). He aquí, que propone bajo los auspicios esta vez del inevitable Bachofen, la erección de una madre totémica aún más primitiva que el padre de Tótem y Tabú, ocupando rápidamente un lugar muy invasivo en la salvación del héroe, etc.
En resumen, una loba no encontrara sus pequeños. Y cuanto más intenta delimitar en su ideal tipo más aquel hace implosión imponiéndole sin cesar de volver ahí bajo la mirada un poco dubitativa de sus contemporáneos.
Por fuerza constatamos que los especialistas en la materia a quienes este libro debería servirle, no le han aportado hasta aquí, que un poco de comprensión. Por lo menos el autor no percibe ninguna voz que probaría lo contrario.
Constata así el autor en su prefacio a la segunda edición, bien aumentada de 1922.
En fin, se le siente la falla.
¿ Y porque entonces ?
Evidentemente que nada impide convocar la inusual resistencia contra el psicoanálisis para explicar el daño. Pero, en fin, yo propondría más bien con este escrito ir al corazón de la cuestión epistemológica.
De hecho, si aquí hay una especie de falla inaugural, es también probablemente – según nuestro punto de vista – que se hace necesario volverlo a examinar de cerca. Lo bien fundado de la episteme de Rank forjada en el axioma de una construcción queriendo deducir la lógica de los mitos de aquella de la neurosis.
Ahora, retomemos. Lo que parece fundar en la obra de Freud la certeza de cerrar la mano en la unidad de un ideal tipo de la leyenda es, primero la idea que hubiera un ideal tipo de la neurosis en la que se deduciría y digámoslo claramente : un ideal tipo de la neurosis edípica en tanto que universal, englobando en su corazón la novela familiar del neurótico.
¿ Entonces, esto sí es seguro ?
Claro que no, puesto que aquí es evidente que se trata, primero del ideal tipo de la neurosis en masculino y de golpe, lo que aquí salta a la vista, es que lo que aun brilla por su ausencia en este ensayo de psicología de las masas, no es nada más ni nada menos que la mujer en su figura heroica que por tanto emerge de manera polimorfa en las mismas fuentes de la cultura occidental de los griegos, bajo el rostro por ejemplo de Antígona, Medea, Lysistrata, etc. Por otra parte, yo resalto que en estas cuatro páginas sobre la novela familiar del neurótico que, desde el punto de vista de Freud, ya lo he dicho; interpreta el mito del nacimiento del héroe, Freud resalta : « la actividad de fantasía de las niñas puede, en este punto comprobarse mucho más débiles »[7].
Bueno, pero las niñas – esas Penélope – sí se encuentran según Freud. Demostrar aquí, si un poco de ánimo puede tejer la novela familiar fantasmatica en donde ellas podrían surgir como tantas heroínas míticas. Es decir, ¿ Antígona, Medea, Listrata y sus hermanas no tienen leyendas sobre sus nacimientos ?
No, claro que no. Pero estas leyendas ¿ son reductibles a una leyenda tipo ? Y si, sí ? ¿ Esta leyenda tipo, es la misma que la del héroe macho, etc. ? Vemos que habría ahí, un lindo trabajo para hacer. Una especie de tesis sobre la leyenda del nacimiento del héroe, de la heroína.
Pero bueno, para seguir con Rank, lo que sí es seguro, es que, en cuestión de universalidad, en su trabajo falta la mitad del mundo, tanto sobre el plano del sexo de la heroína como sobre el plano de la neurosis de la niña, de su novela familiar, en la que uno se pregunta – si, incluso en su modestia certificada por el diagnostico de Freud – se podría o no desembocar en la producción de la heroína en el mito.
Entonces, ahí hay, como ya lo dije, una investigación para hacer en una perspectiva comparativa entre los sexos que merece mucho más que el silencio ensordecedor de Rank, sobre esta cuestión. Investigación que podría interrogar, desde el punto de vista de lo que yo he llamado La Cuestión Femenina. La observación de Freud concierne esta vez a la relativa debilidad de las niñas a producir la tela fantasmatica de la heroína.
Todo esto, relanzando la delicada cuestión del ideal de la mujer, desde el punto de vista de la mujer en la cultura occidental. En donde este ideal se encarna de manera polimorfa (Medea, Listrata, Antígona, Atenea, etc., pero también Blanca Nieves, la Cenicienta, etc.). En resumen, lo que sí es seguro para la investigación de Rank, es que, en asunto de héroes, la unidad tipo y de su nacimiento, no está verificada. No más que la novela familiar del neurótico en la cual Freud parece presentir una relativa diversidad entre los sexos. De ahí, una primera dificultad mayor, que no va verdaderamente en el sentido de la hipótesis de Rank : los héroes, una leyenda tipo, una neurosis, una novela familiar.
De cerca y de lejos, yo continuo ahora el cuestionamiento, preguntándome incluso, si más allá de la diferencia entre los sexos, hay o no una universalidad de la neurosis, suponiendo, como lo hizo Rank, poder delimitar un ideal tipo de la leyenda, incluso cuando uno se ciñe a lo masculino.
Pues bien, es justamente eso que pone en duda el joven Lacan de 1938. De entrada, muy reticente en admitir la universalidad del Edipo. Incluso, dieciocho años más tarde el Lacan Levistrosiano del seminario III, Las psicosis (1956) que sostiene la hipótesis según Lacan, que podrían existir neurosis fuera : « de este pensamiento religioso que nos ha formado », y « nos hace vivir en el temor y el temblor que le da el color a la culpabilidad tan fundamental a nuestra experiencia psicológica de las neurosis, sin que por eso uno pueda prejuzgar lo que ellas son en una esfera cultural »[8].
O sea, podría haber neurosis no edipicas, no articuladas en torno al temor de Dios y que se deducen de otros mitos mucho más ricos que el mito edípico organizando la subjetividad de nuestra modernidad occidental. De ahí la idea de una complejidad etnológica que, agregada a la reintroducción de la diferencia de los sexos en la investigación, vuelve más improbable la pertinencia de la hipótesis de Rank, queriendo dar cuenta de la unidad del mito por aquella de la neurosis. Incluso, esta hipótesis se encuentra defectuosa si a ella se le agrega la historia. Es decir, la evolución de la historia de los mitos del héroe que amenaza siempre de desbordar un poco la unidad del ideal tipo de Rank, convertido desde siempre en imposible de encontrar.
Entonces, dije que podría existir para Lacan neurosis que se deducen de otros mitos además del mito de Edipo. Si, pues desde el punto de vista de Lacan, no es pertinente deducir el mito de la neurosis, puesto que, para él, se trata más bien de lo inverso. Es decir, es más bien la neurosis que se deduce del mito ; tanto por su existencia misma como en su evolución ; o más aun por lo que concierne a la evolución histórica de la subjetividad inconsciente del héroe neurótico que entra en análisis.
De esta manera, formula en el seminario VI (El deseo y su Interpretación, 1958-1959) :
Que son esos grandes temas sobre los cuales se ensayan en el transcurso de los años las creaciones de los poetas, sino es una especie de larga aproximación que hace que el mito, al cerrarlo en lo más cerca de sus posibilidades, termina por entrar, hablando apropiadamente en la subjetividad y en la psicología. Yo sostengo y sostendré sin ambigüedad- y pienso estar en la lógica de Freud haciéndolo- que las creaciones poéticas engendran más de lo que reflejan las creaciones psicológicas… »[9]
La posición de Lacan entonces no es ambigua ; al menos en cuanto al objeto y para él, es necesario entonces admitir que no es tanto el relato mítico que se deduce de la neurosis, sino que es más bien se trata de lo inverso. A saber, que es la vida del alma del individuo (para hablar como Freud) que se deduce el mito.
De Freud a Lacan parece haber ahí un cambio heurístico capital que conviene percibir, puesto que permite mejor situar lo imposible que objeta la ambición sin salida de Rank, incluso y más generalmente que esta caída decisiva permite encontrar mejor lo que nos interesa, y más precisamente como psicoanalistas, a saber, la delicada cuestión de la evolución de las neurosis o más aun ; la subjetividad inconsciente.
Detengámonos, un poco para hacer el balance y repetir nuestra intervención :
- Si la pluralidad de los mitos engendra las neurosis, entonces uno comprende que Rank no pueda echar mano sobre un universal, una leyenda tipo no puede existir, puesto que ella necesariamente plural según los sexos, las culturas, etc. De ahí, la importancia de lo que motiva los tormentos de Rank, su síntoma y su necesidad de reescribir sin cesar dicho texto.
- Pero, si es de la pluralidad de los mitos, que se deduce la pluralidad de las neurosis, como aquella de sus novelas familiares eventuales (que no son evidentemente las mismas, según el sexo y el desarrollo cultural, etc.), entonces, es necesario abrazar la pluralidad de los mitos para dar cuenta de la pluralidad de las neurosis.
- Si se trata de la evolución de los mitos en una misma zona cultural por el mismo sexo que se deduce la evolución del sujeto del inconsciente en esta zona; entonces es en el análisis de la evolución histórica de los mitos que es necesario partir para dar cuenta de la evolución de las figuras inconscientes del héroe de la neurosis.
De ahí, el hecho que Lacan – habiendo operado su caída axiomática : el mito hace la neurosis – continua su razonamiento en El deseo y su interpretación, para no buscar más reunir los rasgos comunes uniendo las dos versiones de un mismo mito – Hamlet y Edipo – sino, por el contrario, para aislar lo que las diferencia, por ejemplo, del lugar de saber en cuanto a la muerte del padre. Pues si en Edipo Rey, resalta Lacan, el héroe trágico mata a su padre, sin saber que él lo mata, y si Laios no sabe que él es asesinado por su hijo, ni siquiera que él está muerto, no es evidentemente el caso para Hamlet.
Dicho de otra manera, el padre y el hijo en Edipo Rey están radicalmente separados del saber, en cuanto a la muerte del padre. No solamente el padre de Hamlet sabe que él está muerto, sino que el rey de Dinamarca sabe también que él fue traicionado por la alianza incestuosa del propio padre Claudius con el deseo insolentemente genital de su propia esposa, de una cierta manera él solicita a su hijo de ahorrarle el trabajo, como el mismo lo hizo en vida. Tanto el idealizaba esta mujer que no debía alcanzarla el menor soplo de viento.
Por lo tanto, tenemos entonces que, en Edipo, a diferencia de Hamlet, no hay aplazamientos, pues sin el saber y digámoslo entonces sin complejo y sin fantasma.
No desarrollo más lejos este punto, hasta aquí me es suficiente.
Yo creo, que para comprender por qué y cómo después de la caída axiomática, la estrategia de Lacan debe seguirse, aislando un gesto quirúrgico, lo que él llama las diferentes fibras de los mitos, para aislar de ahí las diferencias y, en fin, acceder a las particularidades del héroe moderno occidental, fijado en su acto y su petrificación imaginaria porque él dialoga con el mismo, mientras que el héroe antiguo, separado del saber, va directo al acto. Uno comprende de entrada, que es Hamlet quien entra en análisis y no Edipo, que no tiene necesidad de eso, y uno comprende que el psicoanálisis es también una clínica del acto. Pero también uno comprende que es evidentemente exigible para una opción lacaniana en antropología psicoanalítica tomar su punto de partida en la diversidad del objeto. Aquí, el héroe, variable en cuanto al género, en cuanto a las pluralidades culturales y en cuanto a la evolución histórica. Todas las cosas a partir de lo que se fomenta de adentro del Otro de la cultura o de lo simbólico (el tesoro de los significantes), la lógica constitutiva de la neurosis o del sujeto del inconsciente, lo más cerca de su propia diversidad, es decir a su relativa particularidad en donde solo el psicoanálisis puede dar cuenta.
Entonces, ¿ Freud nos recuerda lo que hay de común entre las tragedias ?
En absoluto, puesto que desde La Interpretación de los sueños (1900), él mismo pone el acento sobre las diferencias que oponen Edipo Rey y Hamlet en cuanto a la inhibición del príncipe, que no se encuentra en Edipo. Pero indica enseguida que :
…en el tratamiento modificado del mismo material se revela toda la diferencia, existe en la vida del alma dos periodos muy alejados el uno del otro: la progresión de la represión en el transcurso de los siglos en la vida afectiva de la humanidad.[10]
Para Freud, no hay que ver únicamente lo que hay de común entre las tragedias de Hamlet y de Edipo. Lo que importa, es que ellas están aquí presentadas como reveladores de la evolución de la vida del alma -aquí reside, la gravedad de la represión – es entonces la neurosis infantil (su novela familiar, la amplitud de la represión agravada) que da cuenta del mito y de su evolución, mientras que eso es lo inverso en la obra de Lacan. Incluso, Freud indica que lo que motiva a Hamlet en tanto que versión de Edipo « no es más, evidentemente que la propia vida del alma del poeta »[11]. De ahí, uno puede concluir, en definitiva que si Freud no endosa verdaderamente la teoría del ideal tipo que caracteriza la hipótesis de Rank, su método y su impase, queda en el cuerpo freudiano – que es anterior al de Rank – la emergencia del axioma queriendo deducir la organización de los mitos y de las neurosis, y que sería necesario esperar al Lacan estructuralista para que en nuestro campo de investigación suceda la caída mayor de lo axiomático en causa, para afirmar que el mito hace la neurosis o más sencillo, que es Hamlet quien explica a Shakespeare y no al contrario.
Es por esto, que, en definitiva, tengo mis reservas sobre las protestas de Lacan a su fiel epistemología de Freud : « creo estar en la línea recta de Freud… »
Pero yo dejo esto en el debate, habiendo abierto nuestra jornada del coloquio en el corazón epistemológico, yendo en la dirección de la solución de Lacan que solicita pedir prestado colectivamente, para esta nueva investigación sobre el héroe, que fue hace un siglo descuidada por Rank, a saber, el camino de la diferencia de los sexos, la pluralidad de las culturas, la evolución histórica del Otro de lo simbólico, en donde se deduce por lo tanto el sujeto del inconsciente, necesariamente heroico por algunos lados, pero también los caminos de la diversidad de las estructuras, porque después de todo, no sería justo tampoco de acogerse a las afinidades electivas, ligando las figuras del héroe a aquellas de la neurosis, excluyendo todo lo que se encuentra en la psicosis.
La clínica del acto tendrá una parte también en esta jornada. Espero ahora los retos, en particular frente a la idea de la desherencia del Otro de lo simbólico que caracteriza nuestras sociedades, que podría revelarse al final de la jornada como organizaciones sociales y sin figuras heroicas inconscientes y por consiguiente sin mitologías, sin neurosis y sin novela familiar, etc…
Y agrego que al refrendar la idea de la ausencia radical del otro se encontraría totalmente obstaculizada la investigación que aquí nos proponemos colectivamente, prueba que, si fuera necesario, yo creo, el carácter nocivo de esta opción evolucionista debilitando un poco más el alcance de nuestra disciplina, por consiguiente, irremplazable en el campo científico.
En fin, yo terminare aquí con dos observaciones rápidas :
- Si, desde el punto de vista de Lacan, Edipo no es necesariamente universal es porque es necesario situar el registro de la universalidad en el plano de la función simbólica que incluye por lo tanto los mitos, los ritos, las estructuras de parentalidad y naturalmente de manera privilegiada para la cultura occidental, el Edipo y la pluralidad de sus versiones.
« Todo espíritu de hombre es un lugar de experiencia virtual para controlar lo que sucede en espíritus de hombres cualesquiera que sean las distancia que los separan »
, escribía Levi-Strauss[12]. Entonces, lo que es universal, es la función simbólica que incluye el Edipo, que en cuanto a él no lo es, obligatoriamente.
Digo esto, para que se evite los falsos debates relativos a la universalidad del espíritu de hombre, que desde mi punto de vista no se debe poner en duda. Incluso si la duda puede ser recibida en cuanto a esta u otra figura de esta función, por ejemplo, la figura del mito Edipico.
- En fin, falta el plano de las figuras evocadas (neurosis, psicosis, perversión). La perversión en el sentido freudiano del termino y sin embargo, ya dije la importancia, de lo que yo he llamado el héroe homosexual en el análisis de las modificaciones morfológicas que puede conocer nuestra modernidad en cuanto a sus nuevas reglas de alianza, de matrimonio o de homoparentalidad que están en el centro de la actualidad. Sepamos simplemente que yo no excluyo esta posición subjetiva del campo de investigación sobre el héroe, sino todo lo contrario, pero volveremos ahí, la próxima vez[13].
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[1] S. FREUD, « Le roman familial du névrosé », Œuvres complètes. Psychanalyse, Paris, Puf, t. VIII, 2007, p 227.
[2] S. FREUD, « L’interprétation du rêve », Œuvres Complètes. Psychanalyse, Paris, Puf, t. IV, 2003, p 307.
[3] Ibid., p. 302.
[4] O. RANK, Le Mythe du Heros, (préface à la seconde édition de 1992), Paris, Ed. Sciences de l’homme/Payot.
[5] Hijo de un padre reputado alcohólico, el joven Rosenfeld cambia de apellido a los 19 años para escoger Rank d’Ipsen o de la novela d’Ibsen en La casa de la muñeca. Cambiar de apellido es una modalidad de muerte del padre congruente con la teoría de su obra.
[6] O. RANK, op. cit. p 95.
[7] S. Freud, “Le roman familial du névrosé, op. cit., p 254.
[8] J. LACAN, Le séminaire. Livre III : les psychoses (1955-1956), Paris, Seuil, 1981, p. 324.
[9] J. LACAN, Le séminaire. Livre VI : le désir et son interprétation (1958-1959), Paris, Seuil, 2013, p. 202.
[10] S. FREUD, « L’interprétation des rêves », Op. cit., p. 305.
[11] Idem, p. 306.
[12] C. LEVI-STRAUSS, La pensée sauvage, Press Pocket, 1990.
[13] Traducción : Mariana VARONA MARMOLEJO